La historia de don Quijote escrita por el
historiador arábigo Cid Hamid Berenjena, traducida al castellano por un morisco
de Alcaná de Toledo y muy bien cuidada y revelada por un curioso lector
cristiano.
Cuenta el
historiador Cid Hamid Berenjena en la segunda parte de esta historia que el
bachiller Sansón Carrasco, hijo de Bartolomé Carrasco, que viene de estudiar de
la universidad de Salamanca en su razonamiento con don Quijote y Sancho Panza
les dijo andar en libros la historia del ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha.
Don
Quijote imaginó que solo por hecho de un sabio amigo o enemigo sus hazañas
podrían haber salido en libros ya que
aún no las había terminado.
¿Cómo mis hazañas ya estaban escritas si todavía
no estaba enjuta en la cuchilla de mi espada
la sangre de los enemigos que yo había muerto?- razonó el caballero.
Y lo peor
fue haber sido escrita por un historiador arábigo, porque de esa gente, dijo
don Quijote:
- no se
podía esperar verdad alguna porque todos son embaucadores, mentirosos y dados a
inventar falsedades. Pero se consoló el caballero andante cuando pensó que
solo la historia siendo de caballero andante, “por fuerza había de ser grandílocua, alta, insigne, magnífica y
verdadera.”
- Ahí entra la verdad de la historia – dijo Sancho.
- También pudieran callarlos por equidad- dijo don Quijote-, pues
las acciones que ni mudan ni alternan la verdad de la historia no hay para que
escribirlas, si han de redundar en menosprecio del señor de la historia.
- Así es
– replicó el bachiller Sansón Carrasco -,
pero uno es escribir como poeta, y otro como historiador: el poeta puede contar
o cantar las cosas, no como fueron, sino como debían ser; y el historiador las
ha de escribir, no como debían ser, sino como fueron, sin añadir ni quitar a la
verdad cosa alguna.
- Pues si es que se anda a decir verdades ese
señor moro – dijo Sancho.